Necesito a mi lado una mujer sencilla y equilibrada, y cuya alma
agitada y oscura no alimentara continuamente mi desesperación. Los
últimos tiempos te veía siempre con un sentimiento de temor e
incomodidad. Sé muy bien que tus inquietudes por mí son a causa de tu
amor, pero es tu alma enferma y malformada como la mía la que exaspera
esas inquietudes y te corrompe la sangre.
No quiero seguir viviendo contigo bajo el miedo.
Agregaré que
además necesito unas mujer que sea mía exclusivamente, y que pueda
encontrar en todo momento en mi casa.
Estoy aturdido de soledad. Por la noche no puedo regresar a un cuarto
solo sin tener a mi alcance ninguna de las comodidades
de la vida. Me hace falta un hogar y lo necesito enseguida, y una mujer
que se ocupe de mí permanentemente, incapaz como soy
de ocuparme de nada, que se ocupe de mí hasta de los más insignificante.
Una artista como tú tiene su vida y no puede hacer otra cosa. Todo lo
que te digo es de una mezquindad atroz, pero es así. No es preciso
siquiera que esa mujer sea hermosa, tampoco quiero que tenga una
excesiva inteligencia, y menos aún que piense demasiado. Con que se
apegue a mí es suficiente.
Pienso que sabrás reconocer la enorme
franqueza con que te hablo y sabrás darme la siguiente prueba de tu
inteligencia: comprender muy bien que todo lo que te digo no rebaja en
nada la profunda ternura, y el indecible sentimiento de amor que te
tengo y seguiré teniendo inalienablemente por ti, pero ese sentimiento
no guarda ninguna relación con el devenir corriente de la vida. La vida
es para vivirse. Son demasiadas las cosas que me unen a ti para que te
pide que lo nuestro se rompa; sólo te pido que cambiemos nuestras
relaciones, que cada uno se construya una vida diferente, pero que no
nos desunirá más.
Artaud, te amo.
retorno lluvioso
Hace 9 años